Acercandomé a mí misma, pateo piedritas, arrastro el andar, voy haciendo dibujos en la tierra con el dedo gordo, un intento, una ventana, un día, un rato que todas nuestras huellas se cruzaron.
Circulando, exhalando historias y cuentos, la piel habla de la piel. La yema de los dedos continúa el deseo de sus pies, entra ombligo, sale costilla, muerden codos, deslizan cráneo con vientre, suave caricia de las pestañas.
Sus faldas, los pliegues de la tela trabajada, me hablan de ellas, me llevan a sus miradas, al gesto de su cara, de sus manos, del cuerpo que danza para mí, se dejan descubrir, dicen lo que quieren soltar, suelto para que digan y decimos, ellas, la pluma y yo.
Se proyecta, se sueña y se aliviana, le pertenezco y me pertenece; Equilibrista de mundos, asomada al mas acá y al mas allá, nos observa con sus pies curiosos, roza el aire delicadamente, cierra sus ojos y desaparece, vuelve a saltar.
Mujer pequeña,de pies descalzos, aliada de la tierra, íntimamente ligada al agua.
Salió primero el derecho y luego el izquierdo, nací de patas, cerca de la playa.